Sentada a la orilla de la cama, la luz de la ventana entraba esa tarde iluminando su pelo alborotado, su camisa rala y sus piernas desnudas. Estaba así cuando volteó y me dijo con una voz queda:
"¿Qué no entiendes que cuando entras en mi no entras solo en mi cuerpo, entras también en mi mente, en mi alma y me dejas algo que no me puedo arrancar y se queda en mi y me dura días, meses, años y cuando te vas solo me dejas vagando en ese resquicio de recuerdo?"
Pude notar en su tono su enojo, toda su molestia por cada una de mis idas y venidas, su frustración, todas las veces que deseó gritarme eso y bajo todo eso, una capa de tristeza y miedo al saber que yo lo volvería a hacer.
Después se volteó y miró a través de la ventana
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario