"La Luna es una amante cruel... por eso decidí buscarme una de carne y hueso", dijo él arrojando las llaves sobre la mesa y quitándose el saco.
"¿Y eso te funciona?", le preguntó ella viéndolo recargada en el marco de la puerta, con temor a entrar a la casa.
"Entra y averígualo por ti misma", respondió él abriendo los brazos mostrado el apartamento lleno de cosas y vacío de vida.
Y la pregunta, la invitación se quedó flotando en el aire entre los dos mientras la penumbra los cubría y ninguno de los dos podía leer el rostro del otro.
El Libro de Hoy - Sobre las noches de Luna que uno pasa abrazado a ella.
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