Mi subconsciente vuelve a traerme esas pesadillas de un
minuto, esas que me enchinan la piel y me dejan sin saber si ya crucé o no la
línea entre el mundo onírico y éste porque en él, mis brazos se extienden
tratando de evitar a los monstruos de mi cabeza, tratando de combatirlos y que
no me hieran. En este mundo se extienden tratando de encontrar a que asirse,
alguien que tome mi mano y me traiga de vuelta y me diga, "ya, todo fue un
sueno. Ven aquí conmigo, ven a casa" y me rescate de las trampas de
mi cabeza tomando mi mano y envolviéndome en su pecho.
Hoy me paso algo curioso. Tras el despertar, me golpeó la
realidad de todo y vi mi mano caer solitaria sobre las sábanas. Mi mente lúcida
me dijo "fue solo un sueño. Vuelve a dormir". Mi pecho dejó de
agitarse, mis parpados empezaron a caer y, mientras me rendía una vez más al
sueño, alguien posó su mano sobre la mía y le sentí a mi lado y volví a dormir.
Creo que ahora mi inconsciente me brinda compañía y
consuelo, un salvavidas al cual aferrarme mientras navego en mis fantasías
oníricas. Pero aun así, en ese bote voy sola, balanceándome, sin tener tu
chaqueta para abrirla y hundirme en ella y en tu aroma a hogar, sin tener tus
manos sujetando mi pecho y mis caderas, acercándome a tu cuerpo y surcando tu
oleaje y las embestidas de tu mar en tormenta, embravecido, sin tener tu
aliento en mi cabeza abriendo caminos en mi pelo. De cierto es que abordo este
barco cada noche, y me alejo contemplando la orilla, hasta que lo único que me
queda es la inmensidad y sus bestias agitándose en sus profundidades.
[ El Libro de Hoy - Pequeño Tratado Sobre los Sueños y Sobre
Como Volver a Casa Después de Ellos (extracto)]
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