"No conoces de mis océanos ni de sus profudidades agitándose dentro de mi", le dijo ella rozando apenas su mano con un dedo tembloroso mientras sentía la mareasubir más y más y azotar sus paredes y agitar sus cúspides como puños violentos al cielo.
Echados uno frente al otro parecían esperar el fin del mundo viéndose a los ojos.
Y lo esperaban en verdad.
El Libro de Hoy- El fin del mundo en tus ojos.
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