Cuenta la historia quexen ese camino, tras andar un par de días, había
un prado en el cual había dos árboles, uno a cada lado del camino. Bajo uno de
ellos, podías encontrar siempre a la izquierda a una pequeña llorando y
pidiendo ayuda. Su llanto era capaz de desgarrar cualquier corazón y los
viajeros, acostumbrados a la soledad del camino, se sorprendian y conmovian por
esa pequeña hermosa. Al otro lado del camino, bajo el árbol de enfrente, estaba
una mujer, en igualdad de circunstancias, llorando, no como la niña, que
desgarraba a ratos sino con un llanto de pena guardada, de esos que solo las
personas que llevan mucho tiempo llorando por dentro conocen.
Sin excepción alguna la historia se repetía una y otra vez; los viajeros
consolaban a la niña y la colmaban de besos y juguetes y a veces la echaban en
sus carretas para llevarla a la ciudad mas cercana donde le encontrarían o
darían hogar. Ellos volteaban a ver a la mujer y se disculpaban con ella
argumentando que sólo había lugar para alguien pequeño y que ella, siendo una
mujer adulta, podía cuidarse sola y entender porque con sus pocas provisiones
de viajero solio había pan y agua para una de las dos.
La
mujer solo asentía en silencio y se sentaba bajo el árbol a contemplar los
dulces, el pan, el agua y las manzanas que la niña recibía y los ocasionales
jugetes que le regalaban a la hermosa niña.
Lo que
ningún viajero sabía era que una malvada bruja había hechizado a la mujer y que
en realidad, ella era una niña vestida con ropas mágicas de adulto que la
hacían ver como.una mujer. Y así esta niña moría de hambre cada día y de
afectos no dados, y veía a la hechicera disfrazada de niña frente a ella jugar
con los juguetes, y enterrar las manzanas y dulces que le daban lejos de ella.
Una y
otra vez los viajeros la miraban con pena, se compadecían, pero otorgaban sus
favores a la niña mientras su alma menguaba.
El
Libro de Hoy - La bruja y la niña vieja
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