Monday, November 2, 2009 at 12:38pm
Life is short, eat the dessert first.
Una amiga me dijo eso un día. Creo que para mí en esta época es más que cierto y, más que nunca, aplico esa filosofía.
En los últimos 3 meses he perdido a mas seres queridos de los que pensaba podía perder y aún gente que hace mucho tiempo no veía pero amaba, me ha dejado para siempre. No puedes retener nada a la fuerza ni obligar al corazón a amar o a dejar de hacerlo aun cuando esto duela.
Solo puedes abrir las manos y dejar ir de ellas lo que debe irse y que llegue
aquello que debe estar en ellas; ya sea amor, odio, felicidad, decepciones,
sufrimiento o paz, esto debe llegar e irse. Es parte de un ciclo.
Estoy aprendiendo, disculpen mi torpeza algunos y entiéndanla otros, que todos estamos en esto y no nacimos sabiendo. Lo más importante es valorar los momentos que nos quedaron, los que vivimos y gozamos, los que reímos juntos e inclusive los que lloramos porque a veces esos son los mejores ya que es en nuestro llanto cuando las personas que realmente nos aman se han acercado a abrazarnos y estar a nuestro lado, y es en el momento de la calumnia y el rechazo que otros han corrido a nuestro alcance para decirnos “no estas solo” o “si tu vas, yo voy por ti”.
He aprendido que el amor es lo único que me hará conocerme a mi misma y que si
este duele por la pérdida, el rechazo o una partida inesperada, ¡pues que
duela! Al fin y al cabo estamos vivos y yo prefiero sentir, aunque sea dolor
porque eso me enseña que estoy viva y me da la fe de creer que esto también
pasará.
Y
también me da fe de que a vuelta de tiempo me reencontraré con todos esos que
he perdido. Porque si algo he aprendido de la vida en estos últimos años es que
jamás perdemos lo que amamos. JAMÁS. De un forma u otra el amor es el puente
mas grande, el lazo mas fuerte y resistente que hay entre los seres humanos y
sin importar la distancia de tiempo o espacio, si quienes amamos se han ido a
buscar una vida diferente en otro sitio o si han cruzado ese umbral que los
divide de nosotros y que aun no nos toca cruzar, el amor nos une.
Otra
persona que me amó y a quien amé profundamente me dijo una vez que usara el
amor como puente. De esta forma, y por cursi que suene, lo uso ahora. Todos
aquellos a quienes he amado y que me han amado han vuelto a mi cuando he
abierto las manos, mismas que tuve que abrir en primer lugar para recibirlos,
luego para dejarlos partir con el dolor en el alma y ahora mismo para
recibirlos una vez mas con júbilo.
Y aunque no los vuelva a ver mi mano siempre estará abierta si deciden posar la suya en ella, mi corazón siempre estará abierto y sin falsedad porque uso el amor como puente y porque nunca perdemos lo que amamos, porque el amor se queda con nosotros para siempre. Esa es la lección más grande que he aprendido este año y que alguien que sabía más de amor que yo me enseñó hace muchos años.
Que este puente que tiendo llegue a ustedes. Dios los bendiga.
Rocío del Carmen
Noviembre 2 de 2009
Wednesday, December 09, 2009
Hola,
Gabriel:
¿Qué tal
el concierto? Para ser franca muchas de las canciones no las conocía, pero las
disfruté muchísimo. Hacía mucho que no disfrutaba un momento de esa forma.
¿Cómo
estás? Siempre me ha resultado una cortesía absurda preguntar algo como esto en
una carta… ¿ves lo ilógico de eso o soy la única? Además creo que por si sola
la carta habla y lleva implícita la pregunta, la duda sobre el estado del
destinatario y la preocupación o interés por parte del remitente.
He
adquirido el hábito de escribir mis cartas en una computadora (¡mal hábito!
¡mala, Chío!) lo cual no deja de sentirse impersonal, pero debido a mi pésima
letra (que en lugar de mejorar se ha vuelto mas borrosa y turbia con los años)
creo que este recurso me gana. Aun así, odio los e-mails.
Encontré
esto (las fotos) en un sitio de Internet. Las fotos que tomó mi amiga salieron
súper borrosas (así andaba la canija, para mi que era una de las pachecas).
Ella (infelicísima) tuvo el placer de “platicar, tomarse fotos y pedirle
autógrafo a los dioses”. Lo hemos tomado como una broma, le digo que ella anda
con dioses y ella me dice que los mortales usamos movistar porque es más barato
mientras ella tiene línea directa Cerati y otras deidades (Bastard!). Mi amiga
tuvo a bien el regalarme varias imágenes
mismas que adjunto y que yo misma he impreso para mi propio deleite. Ojala te
gusten.
Considéralas
una especie de “regalo de Navidad” (atrasado o adelantado, según sea el
contexto). En realidad el concepto de Navidad y yo no nos llevamos muy bien
ahora y mantenemos una especie de pacto de no agresión desde hace unos cuantos
años siendo este el año que más nos hemos debido atener a las reglas antes
pactadas y releer nuestros compromisos mutuos.
Junto a
las fotos anexo unas que me encontré hace menos de dos meses cuando tuve que
pintar la casa.
Dicen que
uno debe tirar sus viejos estado bancarios y conservar sus viejas cartas de
amor. Bueno, me encontré las que me diste. Doy gracias a Dios porque el tiempo
y las mudanzas no me las han arrebatado. Me puse a leerlas y me alegraron el
día y la semana y el mes. A veces es bueno ver el pasado y entender la
naturaleza de lo que sucede ahora, ¿me entiendes?
Cuando te
hablé hace años tenía mucho miedo de que el rencor fuese algo tan poderoso que aniquilara
todo lo que existe entre dos personas. Explicarte mi vida sería largo e
innecesario, baste decir que una serie de constantes, continuos tropiezos
aunados a golpes bajos completamente inesperados que siguen llegando aún ahora
y con más fuerza me tienen en un punto intermedio (“¡Pozo que llega hasta China!” oí gritar a una vocecita siniestra al
fondo de mi cabeza) entre jodida y radiante, en este caso más jodida que
radiante y sin el hermoso viceversa que glorifica el final.
No se
como explicarte esto (así que disculpa si las cosas resultan incoherentes, creo
que recuerdas que mi mente nunca anduvo bien) que pasa ahora en mi, pero se que
necesito explicártelo a ti porque tu eres el responsable (¡uy!). Ojala y no te
resulte molesto, confío en que no lo sea una vez que entiendas la naturaleza de
mi carta.
Básicamente
quería darte las gracias por todo.
Se que
decir esto a estas alturas del partido es como sacar la tarjeta roja una vez
que el partido se acabó pero aún así, necesito darte las gracias.
Los años
han pasado y la gente cambia. Bueno, en mi caso así es. De una forma u otra
estoy dentro de mí, la persona que era está dentro, pero perdida, muy perdida,
lo ha estado por mucho tiempo. A veces cuando pasa el tiempo y te ves al
espejo, cuando realmente te ves al espejo piensas “¿y ese quién es?” porque ya no te reconoces ni a ti mismo. Lo que
es peor, no se detiene y no tiene que ver con las arrugas que se marcan o la
panza que crece o lo senos que caen (¡DIOOOOOOS, HORROR! ¡SACRILEGIO!), sino con
eso que a veces se quiebra dentro de ti y que no hay como arreglarlo.
Creo que a todos nos sucede, a unos nos pega más que a
otros pero yo sencillamente llegué a un punto en que no era yo y ahora estoy
tratando de recuperar algo de eso antes de que llegue el día en que, a fuerza
de no verme jamás, no me reconozca o nunca me vuelva a encontrar.
Me llamó mucho la atención un mensaje en el que me
decías que recordaba mi risa. Me alegró saber eso y después me di cuenta que ni
si quiera yo recuerdo mi risa. Y tampoco los que me rodean.
Esto vino a rematar la semana pasada con una amiga
diciéndome “Dios, es la primera vez que te veo sonreír en… ¡Dios, no recuerdo!
Es la primera vez que sonríes de verdad en meses, ¿verdad?”. Mi madre y mi
abuela también han señalado eso y de repente un día me encontré parada pensando
“¿en que jodido momento me convertí en “ESTO”?”.
Así que en un extraño recuento de vida (no eres el
único que hace esas cosas, jovencito) me encuentro con los fantasmas de las
navidades pasadas, presentes y futuras y, déjame decirte, no tiene nada que ver
con la versión musical que veía de los Muppets.
Ahora bien, ¿por qué darte las gracias?
Bueno, he aquí el otro lado de la historia.
Alguna vez me amaste.
Lo digo sin arrogancia ni vanidad (aunque con algo de
orgullo, bueno con mucho, ok). Esa aseveración ha sido una de las cosas más
fuertes que he experimentado. No solo el amor por si mismo sino la certeza de
su existencia, ¿me sigues?
No tiene que ver con las cartas encontradas hace poco,
ni con otros mementos que aún andan en casa (¡Pacey!), sino con todos estos
años sin saber de ti, aún antes de llamarte.
De una forma u otra, mi referente para el amor siempre
fuiste tú y no creo que sea un punto de comparación, sino uno de referencia.
Una idea de cómo puede o debe ser el amor cuando es sincero.
Tú eres mi punto de referencia.
Lo que tuvimos, con todos sus errores y fracasos, y
sus logros y alegrías, es mi referencia.
El miedo que sentí al llamarte desapareció en cuanto
escuché tu voz y pudiste haberme mandado al cuerno y habría estado
completamente justificado, pero no lo hiciste.
Podrías haber escogido odiarme y despreciarme, pero no
lo hiciste.
La naturaleza de eso, el entendimiento de eso sana
almas, Gabriel, así que gracias por sanar la mía.
Nunca entenderé la estupidez de la juventud, creo que
la olvidamos en cuanto crecemos o mejor dicho, solo es reemplazada por una
nueva en la adultez, pero realmente jamás desee herirte y el que me hayas
perdonado ha sido uno de los actos más grandes de bondad que alguien ha tenido
conmigo en toda la vida, porque al perdonarme no solo sacaste el daño que yo te
pude haber hecho, también me liberaste de ese daño, de ese peso, de ese dolor.
Eres mejor persona que yo y a pesar de mis errores doy
gracias a Dios de que te haya puesto en mi vida. Doy gracias a Dios por tu
existencia en mi vida.
Hay una foto entre todas las que te envío. Es mi mano.
Vas a pensar que es absurdo, ¿que más da?, estoy loca, tómalo así, como de
quien viene y no te sorprenderá.
La pulsera celeste la compré el día del concierto y se
ha convertido en un nuevo memento. Una prueba que recuerda a mi mente perdida y
a mi alma dolida que aún en los peores momentos te puedes encontrar con corazones
buenos, aún sin merecerlos; que Dios pone cosas buenas en nuestros caminos y
que debemos tratarlas bien, que la fe logra cosas que a veces nosotros como
simples humanos no podemos a menos que nos entreguemos a ella.
No me he vuelto religiosa, apenas y piso la iglesia.
Creo que el pacto entre Dios y yo es otro, pero durante años he rezado por ti.
No sabía como o donde estabas, pero quiero que sepas, que siempre estuviste
presente en mis oraciones, todos los días de todos estos años. El impacto de…
el impacto de tu presencia en mi vida, de tu paso perdura aún hoy y me ha
acompañado todos estos años y, de una forma u otra, lo vivido contigo ha sido
la muestra más grande que tengo de que hay algo bueno en algún lado para mi.
Ahora… la otra pulsera.
Una amiga me regaló ese hilo de la India. Esta curado y se usa en
la mano izquierda para pedir un deseo. Mi deseo no se ha cumplido. Se supone
que cuando la pulsera se cae sola es cuando el deseo se cumple. Bueno, yo no se
si eso pasará y ahora ando como un ciego a tientas en la vida a causa de ese
deseo. Hay días en los que creo que me la voy a arrancar a mordidas o que es
más probable que se me caiga antes el brazo que la pulsera como señal de deseo
cumplido.
No creo que la pulsera sea mágica, solo creo que estoy
poniendo mi fe en arreglar las cosas y recuperar un equilibrio de algo que está
muy pero que si muy mal en mi vida.
Cuando las veo juntas, pienso en la ironía de las cosas, lo diferente de sus
significados, lo igual.
Las cosas que han pasado últimamente me han arrancado
más lágrimas en menos de 6 meses de las que podía llorar. Llevo 10 años de
tropiezos, sabes.
He perdido oportunidades únicas e irrepetibles; he
perdido afectos y amores que ahora provocan escozor en una parte de mi pecho
cada instante y que, cada mañana y que cada noche, al cerrar los ojos, sale
salado y arde más... y me persigue en sueños, sin tregua se esconde en la
almohada cada noche plagando mis sueños, no dando descanso, matando e hiriendo
aun en la inconsciencia que se supone debería brindar un descanso.
He gritado, he implotado. La naturaleza de esta
tribulación como siempre tiene que ver con el amor, no con uno solo sino con
varios que ahora mismo están en constante puja por matarme, y es cuando me
siento así que recuerdo que el amor no mata; da vida y fe y esperanza.
En mis peores momentos durante los últimos 10 años el
recuerdo de que el amor puede ser bueno me ha sacado a flote. Ese recuerdo es
el del amor que tú me diste. Gracias por haberme amado de esa forma alguna vez y
por haberme ayudado a mantenerme viva y con fe ahora. No creo que entiendas lo
grande que es eso en mi vida, lo inmenso de esa labor que, sin saber, has
obrado en mi existencia, pero espero que algún día puedas entenderla para que
sepas lo mucho que te valoro como ser humano.
Necesitaba decírtelo, porque es justo. Porque así como
debí decirte en su momento que yo me había equivocado y te había dado un trato
injusto necesito decirte que tu amor por mi fue tan grande que aún ahora me
sana y me guía.
Se que alguien como tu no confundirá esto y sabrá que
la naturaleza de esta carta no es otra
ni guarda intenciones ocultas. Se que entenderás que de una forma
especial aún te amo y mi corazón… en mi corazón aún vives, transformado por el
tiempo como el nuevo tú y al mismo tiempo perenne como el recuerdo más querido,
atesorado, más amado del viejo tú. No el amor de la adolescencia, ni el amor de
hombre y mujer, sino con este otro, ese que hace que el mundo no se destruya
cuando todo se viene abajo a tu alrededor y los terrones de las cosas que amas
y deseas con toda tu alma se deshacen en tus manos por millonésima vez.
Ese que hace que el fracaso no te enloquezca, que la
caída libre no te mate a pesar de que te estampas, ese que te obliga a no darte
un tiro por la desesperación y que te hace seguir andando aún cuando el dolor
te atenaza y no te deja que te rindas ni te doblegues. Y que te obliga a amar
más, inclusive al que más te desprecia y entender que la naturaleza de ese odio
no tiene que ver contigo sino con algo dentro de esa persona que le impide ver más
allá de sus propios miedos y rencores.
Gracias por amarme y ayudarme a seguir y a entender
esta lección. No lo sabes, y no estabas aquí, pero así ha sido y si esa no es
una prueba de que el amor existe, libera y sana no se que más puede serlo,
Gabo.
No pretendo otra cosa más que darte las gracias y
decirte que tu amor del pasado siempre fue correspondido y valorado, aun en las
circunstancias y la forma en que se dieron y resolvieron las cosas. Que me
alegra saber que estas bien, que eres uno de los mejores seres humanos que he
conocido y que siempre estás y estarás en mi corazón.
Recuerdo que tú creías que eras malo o que había algo
mal dentro de ti cuando empezamos a salir. No creo que sea así ahora, pero
tampoco lo creía en ese entonces. Creo que ahora yo soy tú en ese entonces, con
esa sensación de que algo es malo dentro de mí, y ahora mismo no lo entiendo y
estoy tratando de arreglarlo. Aun así, gracias por hacer de mi pasado algo tan
maravilloso y ayudarme a ver hacia delante pensando “esto también pasará”.
Jamás dejaré de darle gracias a Dios por tu existencia
y por haber tenido el placer de conocerte y de que hayas tocado mi vida,
Gabriel Ángel. Dios te bendiga, bonito.
Rocío del
Carmen Talavera González.
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