14 De octubre
de 2009
Tuve un sueño, Oz.
La noche que estuve en Saltillo tuve un sueño. Y para variar estabas tu
en él.
Estábamos en un bosque, cerca de una carretera. Había una fiesta en una
casa estilo cabaña. El boque era muy
oscuro y daba algo de miedo. La casa estaba iluminada y llena de gente, había
carros estacionados en todos lados. Por alguna razón que la principio no
entendía yo llegaba a la fiesta con Lorena en un carro.
Deseaba verte pero algo me detenía. No podía estar contigo por alguna
razón y deseaba abrazarte. Al entrar te buscaba pero no te hallaba al
principio. Luego subía al segundo piso y estabas ahí con un grupo de amigos que
no conocía, mas tarde veía a Beto y a Edgar por ahí, pero arriba estabas tú,
Andrés y mas gente que ni idea, lo mas raro es que estabas con los viejos
regados de las fiestas de Lorena. Conviviendo como si fueran súper camaradas.
Eso se me hizo de lo más extraño porque se que no te caen; cuando me viste
asomarme a la habitación pusiste una cara de pocos amigos y eso me hizo
retroceder, alejarme. Tu cara, la expresión en ella me hirió como daga.
Salí de ahí y anduve un rato por la fiesta sin hacer mucho. Salí al
bosque y escuché ruidos en la oscuridad pero no me atreví a entrar, la verdad
es que no quería ver lo que había ahí. Algo no estaba bien y lo sentía hasta en
los huesos.
Las ramitas se trozaban a mi paso y yo sentía como si la tierra
temblara. Uno de esos momentos en los cuales literalmente puedes sentir a la
tierra girar (como si eso fuera posible), pero en realidad sientes que algo se
está conectando contigo pero no sabes que es.
Cuando entré a la habitación en donde estabas te vi con una botella de
esas verdes de ajenjo y pensé “mmm…,¿qué pasa aquí?”. Pero había más cosas ahí
sobre una mesa que la verdad no me gustaron y me preguntaba que hacías tu con
esa gente que no sirve para nada.
Me recargué en un carro esperando a que el tiempo pasara para irme. No
deseaba estar ahí más. ¿Sabes lo que más odio de los sueños? Que ahí salen tus
temores internos más grandes. Bueno, de la nada salió Ruth
(¡¡¡¡¡aggggggggg!!!!) caminando de la fiesta medio borracha, tambaleante.
Recuerdo como iba vestida y que caminó junto a un tipo que yo conozco riendo,
en eso Lore me dice algo como “vámonos de aquí” tratando de meterme en la
fiesta una vez mas.
Camino hacía la casa y escucho a esta mujer reír a carcajadas pero no
volteo a verla. Camino hacía adentro y así pasa un rato más. Yo siento que me
asfixio en ese sitio y salgo una vez más.
Cuando vuelvo a entrar siento que algo no está bien. Oigo algo en la
cocina tronar, como una pequeña explosión, y luego un silbido intenso y después
un tronido inmenso. La gente empieza a gritar, muchos corren a ver que pasa y
yo solo me quedo en mi lugar, entonces todos corren y gritan “¡fuego!”. La casa
es de madera. Do the maths…
Empezamos a salir
desordenadamente por donde podemos y es hasta que estoy afuera que veo a Andrés
y pienso “Donde está Andrés está Oziel” y en eso te busco entre la gente y Andy
viene corriendo diciendo algo. No lo puedo escuchar pero de una forma u otra se
lo que va a decir antes de oírlo. No estás con él y está preguntando por ti.
Es entonces cuando volteo a la casa. Hay mucha gente fuera, pero tú no
estás. Por alguna razón yo no tengo tu número y le arranco a Lorena su celular
y te marco desde el mío. ¿Dónde diablos estas? El teléfono suena y suena pero
no contestas.
Veo a Memo llegar y le preguntamos por ti. Vemos a Edgar y a Beto y
Lorena corre frenética preguntando por ti. Nadie te ha visto. Lorena casi me
abofetea porque me dice pregunta por él pero yo solo estoy ahí sintiendo el
latido del mundo bajo mis pies diciéndome que tú sigues adentro de esa casa en
llamas y yo estoy ahí, con los pies plantados al piso. No se como lo se, pero
se que estas adentro y eso me mata pero sigo ahí plantada.
Escucho al viento silbar en mis oídos y al fuego empezar a realmente
consumir todo el maldito lugar. Justo cuando pienso en eso siento una mano en
mi espalda y pienso que es alguien que me va decir que estas bien, pero no hay
nadie. Y entiendo dos cosas muy raras pero que así las escuché en mi sueño: el
viento o lo que sea que está en él me está hablando y es necesario hacer un
pacto.
Bajo la vista a mis pies, la tierra, las pequeñas ramas, todo se ilumina
con la luz del fuego. Me escucho a mi misa decir en voz alta “He aquí el pacto,
he aquí mi promesa”. Y en ese instante siento una mano en la mía, a mi derecha.
No volteo a ver quién es porque se que no hay nadie. Mis pies se despegan del
suelo y empiezo a correr hacia la
casa. Lorena me grita algo así como “¿A
dónde chingados vas?” Pero yo escucho al viento y corro.
“There is no time”* y corro, corro Oziel como si la vida se me fuera en
eso. Siento cada paso pesado y es difícil pero no me detengo. Antes de entrar
veo a Ruth salir del bosque con el tipo ese arreglándose la ropa y gritar “¿qué
pasó?”, pero ya no pienso en ella, no pienso en nada, lo único que llega a mi
mente es mi madre y su cara y Dios.
Justo en la entrada escucho un grito desde afuera pero es como si el
viento me llevara, no me puedo detener y salto dentro. Aún hay gente saliendo y
escapándose por donde pueden pero tu no estas y la voz me dice “arriba” y,
cabrón, las escaleras se caen a pedazos, hay cosas derritiéndose en todos
lados. Subo a tropezones y llego a la habitación donde estas. Estas semi
inconsciente. Pero tienes miedo. Me dices algo como que hay demonios ahí, que
hay muchas cosas que te queman, que sientes el fuego, que los demonios te
hablan. Te digo que nos vayamos y me rechazas. Quiero tomar tu mano y me
sueltas, me avientas. Finalmente te convenzo de que bajes conmigo.
Las escaleras se caen a pedazos y no tengo idea de cómo bajarte. Primero
tratamos por un balcón pero está altísimo, finalmente regresamos a las
escaleras que para estas alturas están hechas añicos. Y te abrazo, tomo tu
brazo y lo pongo sobre mi y bajamos. Es ahí cuando algo más truena, pero es
bajo nuestros pies. Algo cede y me hundo. Algo más truena pero esta vez con
dolor. Me rompí la pierna izquierda.
Me arrastro a tu lado para salir y en ese instante me ves y no eres tú.
Hay algo que está mal. Entonces me dices que yo soy el demonio. Que el fuego
soy yo y que debes matarme. No prevengo lo que sigue. Me sueltas un derechazo
en la cara que me da en la frente. Caigo.
Sobre mi caes tu, y me asfixias. Me llama demonio y dices que ella te
dijo que yo era eso. No tengo idea de que diablos pasa pero el humo nos va a
matar a los dos pronto. Oigo a la gente gritar desde afuera. La voz de Memo
pero no le puedo gritar. Me sueltas cansado y tosiendo y cuando e recupero te
digo “mi amor, soy yo, ¿no me reconoces?”
“Demonio” me llamas una vez más. “Esto es por tu culpa, tu provocaste
esto”. Yo empiezo a llorar y pienso que
si me he de morir, que sea ahí mismo. Los dos en el suelo sentados, rodeados de
llamas y pedazos de casa que caen nos vemos. Veo a mi alrededor y es como si el
tiempo se detuviera. Mi pelo se eleva con vapores del calor y siento el ardor.
Me estoy quemando la espalda y te digo, una última vez “mi amor, soy yo.
Reconóceme. Te amo y vine por ti. No me voy sin ti”.
Y por un instante parece que me ves, que realmente ves a través de todo
y entiendes que no soy un espejismo o demonio. Te levantas y empiezas a salir
de la casa, pero me dejas a mi en el suelo, quemándome y con la pierna rota. Es
después de eso que escucho algo tronar fuertemente sobre mi cabeza. El techo
colapsa.
Abro los ojos, estoy en el exterior de la casa. No se como pero salí. Un
médico me aplica oxígeno con una mascarilla y yo le pregunto a Lorena por ti.
Me dice que estas bien y te veo sentado en una camilla, ellos te examinan y
Ruth está contigo abrazándote. Tu estas ausente pero te quedas ahí. Y yo
empiezo a desear que no me hubieran sacado.
Es entonces cuando siento algo, y veo hacía el bosque, en las sombras
hay alguien de pie, no tengo idea de quien es pero es un hombre muy alto. No
veo su cara solo su silueta y se que me está viendo. También se que él me sacó
de ahí. No me da miedo, solo me hace sentir culpable el no saber quien entró
por mi a sacarme.
Siento que le debo algo más, siento que no debería estar deseando haber
muerto, siento que debo valorar más el estar ahí, a pesar de todo. Lo veo
meterse al bosque y desaparecer. Y me quedo ahí sentada, con dudas, con miedos,
varada en medio del caos.
Sucedieron dos cosa con este sueño, Oz.
Se que no estamos bien, se que estamos lejos el uno del otro pero ¿qué
tan lejos estamos en realidad? ¿es acaso nuestra distancia tan insalvable?
¿tenemos opción? ¿qué?
Esa madrugada me tuve que meter al baño a llorar en silencio o sino Ana
me hubiera dicho “¿Qué tienes, mensa?”.
Te necesité esa noche más que en todas las anteriores. Más que nunca.
Tengo miedo, Oz. Tengo miedo de que no lo logremos, pero creo que nuestro amor
es fuerte. No me quiero alejar de ti y me molestan mis inseguridades. Me molesta pensar que quizás en una parte
siempre estarás velando por ella y no por mí. Soy insegura, no lo niego.
A ti no te gusta hablar del pasado. Lo acepto. Yo no encuentro problema
porque para mi es pasado y ya no fue, me entiendes. Supongo que por eso me da
tanto miedo que no desees hablar del pasado, quizás subconscientemente creo que
aún no terminas con eso. Esa duda me mata a veces.
Desearía que vieras como te ves a través de mis ojos y que supieras lo
mucho que temo perderte. Hay momentos perfectos en la vida y muchos de estos
han sido contigo. No deseo separarme de ti y temo que, si lo voy a decir, temo
que ella haga algo que nos separe. Tengo miedo, Oz.
Cuando ambos entramos en esto teníamos nuestras dudas pero al final le
entramos y jamás pensé que llegaría a sentir así por ti. Esto tan grande, tan
intenso, como el fuego de mi sueño.
A veces me das miedo, Oz. No lo malinterpretes. Es solo que he visto
como tratas a la gente que te hiere y tengo miedo de hacer algo malo. Ya me he
equivocado antes y no deseo equivocarme contigo. Sobre todo porque ya se como
trata a los que te hieren, es por eso que me atrevo a preguntarte ¿quién te
trató así?
A veces siento que te cobras conmigo todas las que te hicieron antes y
eso no es justo. No lo es cuando vienes con el corazón en la mano y dices “aquí
está”. Así esto y ante ti. No voy a mentir: tengo miedo de que me lastimes y en
medio de todo ya pasé la barrera porque
sin importar lo que pase voy a salir lastimada contigo.
Tengo miedo de que tu visión del amor tenga más que ver con ser cruel y
sangrar que con cuidar y amar. Perdóname la rudeza, de verdad lo siento, pero
tenía que decírtelo. Tu me dijiste que te lo dijera todo, bueno aquí está.
Creo que también tu tienes miedo de ser lastimado, es por eso que
aplicas eso de “el que pega primero pega dos veces”, pero ¿qué tal si en
realidad nadie quiere herirte sino amarte? ¿qué tal si damos el golpe reflejo
antes siquiera de entender que no es un derechazo sino una caricia la que viene
a nuestro encuentro?
Tengo miedo de esa reacción tuya. Después de lo que pasó la vez anterior
cuando todo se puso feo quedé muy dolida. Se que tu también, solo quiero que
sepas que así como a ti te dolió a mi también y que me gustaría que salieras de
ese caparazón en el que te metes a veces, porque ahí, cuando nos encerramos (yo
también lo he hecho) ahí solo vemos, oímos y sentimos nuestro propio dolor. El
ajeno se queda afuera y por lo tanto nos es más difícil entender la naturaleza
de este.
Se que no te gusta hablar del pasado, pero aquí esta esto. Pasé 3 casi 4
años de mi vida luchando contra las barreras que alguien ponía a su alrededor
para no ser lastimado. Cada vez que me acercaba veía lo más increíble en él.
Las cosas más maravillosas estaban dentro de su fortaleza, pero había sido tan
lastimado antes que no me dejaba entrar.
Terminé 4 años después sin uñas de tanto arañar paredes, sin rodillas de
tanto tropezar y resbalar por los muros, sin nudillos de tanto tocar la puerta.
No veo porque eso deba ser así ahora. No creo que tu seas él. Tu eres tú y
tienes tus propias razones para ser así pero, ¿puedes asomarte afuera y ver que
cuando te veo dos cosas diferentes?
Por una parte veo al hombre que amo, a aquél que pudo entrar en mí y
hacerme salir del letargo enfermo en el que vivía, veo a alguien que es tierno
y cariñoso, protector, dulce, veo todo lo que todos estos años de soledad he
deseado tener a mi lado. Por fin duermo sola y no estoy sola, tu te quedas
conmigo y así el tiempo se detiene y
somos solo tu y yo. Veo al que me dijo “¡Sal de ahí! En este mundo hay más para
ti”.
También veo al único ser humano que rompió mi caparazón, el único que
logró que las murallas del castillo se abrieran. Yo me convertí sin querer en
ese chico que alguna vez amé y viniste tu a deshacer todo el daño. Cuando te vi
a mi puerta no hacía otra cosa que desear dejarte entrar, pero tenía miedo.
MUCHISIMO. Y creo que sabes de lo que hablo, amor. Tú has estado ahí también.
En medio de todo, cuando tú y yo nos conocíamos también vi tu miedo. Y
supe que debía andarme con tiento. A) Podía hacerte daño, aun no deseándolo; B)
Podías hacerme daño, aun no deseándolo.
Lo que veo es aun niño queriendo convertirse en hombre y que tiene miedo
de salir herido, de no ser suficiente, de ser comparado, de fallar, de
exponerse, de arriesgar. Creo que sientes que la gente ha puesto el peso del
mundo sobre tus hombros y no lo deseas (bienvenido a la maldición/bendición de
ser criado como hijo único). Veo alguien que quiere alcanzar su sueños pero
tiene miedo de lanzarse por ellos. ¿Sabes que las cosas son más fáciles cuando
tienes a alguien que te sostenga de la caída?
Veo a alguien que me puede hacer muchísimo daño con una sola mirada, con
una palabra y que a veces, siento, le da igual si me lastima. Y esa sensación
por si misma, lastima. Tengo miedo que me lastimes pero aquí estoy parada
¿dónde estás tu?...
¿ahora lo entiendes?
No te quiero en esa fortaleza, no te quiero lejos, te quiero a mi lado,
te quiero en mi mano, te quiero conmigo, te quiero en Canadá, en Italia, en
Alaska conmigo. Te quiero en Escocia, y en la cocina de mi abuela, te quiero en
la cama de tu cuarto, en el carro cantando a través de la ciudad, te quiero en
el parque bajo un cielo nublado, te quiero respirando a mi lado para dormir
tranquila.
¿Sabes que es lo más irónico de que duerma tranquila a tu lado? Siempre
creí que el día que lograra dormir tranquila al lado de alguien sería porque
esa persona me estaría protegiendo. Acepté mi naturaleza, nunca estoy tranquila
y soy yo quien protege aunque a veces necesito lo opuesto.
Duermo tranquila a tu lado porque por fin te encontré.
Necesitaba que lo supieras. Perdóname por no decírtelo antes.
Un día te dije que cada vez que algo me dolía imaginaba que en un millón
de años ese dolor ya no existiría, así como yo.
Cuando las cosas sucedieron así y tu y yo tuvimos ese gran problema
recordé la llamada telefónica que tuve contigo esa madrugada y que me dijiste
“No la chingues, Rocío. Claro que importa, es lo que sientes claro que importa
e importa ahora”.
Creo que no tienes idea de lo que esa frase simple significó para mi.
Algo se rompió en mi, y muchas veces antes, dentro de mi se habían roto cosas
que jamás volvieron a ser iguales. Pero esta vez fue diferente. Lo que
rompiste… No hay palabras, Oz.
Me dejaste desarmada, desnuda, no armadura, no escudo, no espada. Nada.
¿cómo diablos te proteges si no hay ninguna barrera entre tu y el mundo? ¿cómo
diablos te vuelves a cubrir cuando no puedes hacerlo más?
Fue esa noche que supe verdaderamente que te estaba amando. De no ser
así tus palabras hubieran llegado y su hubieran ido. Pero en lugar de eso me
transformaron… Tan solo desearía poder decir que he hecho lo mismo por ti.
Siento que cada vez que me acerco te alejas y no se que pasa. Tengo
miedo de perderte, ya sea por Ruth, o por tus miedos, o por el pasado, o por mi
estupidez o por tantas cosas que pueden salir mal en un mundo que a veces
parece conspirar en contra nuestra.
Y NO TE QUIERO PERDER.
¿En dónde estoy parada contigo, Oziel?
¿en dónde me tienes? ¿estoy dentro? ¿o acaso sigo llamando a la puerta y
no me he dado cuenta?
No quiero herirte. Solo quiero que veas lo que siento, míralo desde aquí
y dime, por favor., DÍME, ¿QUÉ VES TU DESDE DONDE ESTAS?
TE AMO, BASTE O NO MI AMOR, ES LO ÚNICO QUE TENGO Y TE LO DOY.
Tu novia
Rocío.
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