lunes, 27 de enero de 2014
“Cuando ella me pidió lo más oscuro,
descendí hasta el centro mismo del infierno por hacerla feliz. Cuando ella
susurró en mis oídos palabras de sangre, tendí mis manos más allá de los
límites para teñir de rojo su felicidad. Cuando ella me abrasó como un fuego y
me pidió la vida de mis seres queridos, llorando se la di para saciar su sed.
Hoy al amanecer, dormida junto a mí, ví en sus sueños mi muerte y quise huir.
La calle estaba fría. Volví para tenderme de nuevo junto a ella, y velar su
sueño, abrazándola hasta su despertar” (Jordi Cebrián-2001)
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