martes, 23 de enero de 2018


Hoy te vi.

Tras mucho tiempo de dudas, hoy te vi. Te encontré en el último instante de la noche arropado a mi lado en mis brazos, fresco, nuevo, puro, perfecto.

Con el último sueño y las primeras luces de la mañana te marchaste pero me dejaste tu aroma a cielo, tu esencia, tu piel rosada, tu frágil cabello y tus ojos de miradas infinitas.

Hoy te vi. No creo que te haya visto antes. Te había sentido, de una forma u otra tu presencia a veces me perturbaba y tu ausencia me dejaba un vacío más grande, una inmensidad de nada, pero hoy te vi con todos tus dedos y tus cabellos, con tus arrugas, y tus uñas. Hoy te vi.

No me dolió tanto despertar tras haberte visto y saber que existes en algún lado, en alguna cámara secreta esperando por nosotros para ir por ti.

Ahora no me resta más que seguir buscando para que juntos podamos ir en tu búsqueda. Ahora sé que lo encontraré primero y luego, juntos y de la mano, te encontraremos a ti.

[fragmento de El Libro de Hoy. Capitulo. Puro]


Gracias por los buenos deseos de anoche. Tus últimas palabras se quedaron en mí hasta hoy y dieron sus frutos, amigo. Toño Dávalos