"Es como un escaparate, puede uno ver hermosas cosas en ellos, pero la gran mayoría jamás llegarán a ser tuyas. Es como una pintura a la cual nunca podrás pertenecer".
Le dijo el fantasma a la mujer mientras los dos pegaban los dedos y la frente al cristal y frente a ellos pasaban hermosos bebés nadando en piscinas, carruseles de luces y caballos dorados con pequeños agitando sus manos saludando, manos unidas a brazos unidas a cuerpos que buscaban y encontraban entre las sábanas el calor del cuerpo de al lado que a su vez se curveaba para recibir entrelazando los dedos, y árboles de frutas que uno podía cortar y comer, arrancar y comer y nunca se acababan.
Y entonces ella recordó los rompecabezas de.su infancia y como a muchos les hacía falta una o varias piezas. Siempre se preguntó a dónde se habían ido o quien las había olvidado, pero sobre todo se preguntaba cómo se sentían las piezas en el lugar en el que estaban y las imaginaba confundidas, tristes y con miedo... sabía exactamente como se sentían.
Entonces el frío le caló una vez más y se ajustó un poco más el saco azul y peludo que llevaba puesto. Siempre soñó que un día alguien mágico y especial la tomaría de la mano y la llevaría a ver el mundo como nunca antes; nunca imaginó que sería un fantasma y que estaría vistiendo su saco azul de Gonzo y sus pantunflas de botita aunque en cierta forma era maquiavélico;con esa ropa lucía como la niña que soñaba con viajes en el tiempo y barcos que volaban porque tenían alas... sólo que ya no era una niña, pensó pegando más su rostro al vidrio. Las luces doradas del carrusel eran tan hermosas... y las pequeñas sonrisas.
El Libro de Hoy.- Un cuento de invierno...con Facebook, alcohol, gatos y somníferos.
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Y entonces ella pensó, "sería una lástima que después de todo lo que he hecho la gente sólo me recordara por ser a la que le dispararon en la cabeza en un banco y se le salió la pipí al perder el control de su cuerpo". Y sabía que si se moría ahí solo así la recordarían, como la de la pipí.
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Imaginó a su madre y su familia echando todas sus cosas en bolsas negras y llevándolas de vuelta a casa. Seguramente las dejarían en el cuarto de arriba por si algún día se animaban a abrirlas y revisarlas.
Cuando pensó en eso un frío le recorrió la espalda, no supo si fue su imaginación cruel o el dedo del fantasma recorriendo su costado pero pudo ver a su madre abriendo la caja verde y encontrando todas las piezas de rompecabezas perdidas que ella había encontrado a lo largo de su vida y entendiendo por fin que ella si le había dicho la verdad: las piezas de rompecabezas perdidas la seguían porque sabían que ella también era una pieza de rompecabezas perdida. Y la vio sollozando frente a ls caja y al bajar la vista pudo ver la pieza que le faltaba dibujada en su dedo y lloró junto a su madre que no podía verla, ni oírla, ni consolarla y viceversa.
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