lunes, 1 de septiembre de 2014

El cuarto lugar

Esta es una carta para Moni


¡Hola!:


Necesitaba contarte algunas cosas pero no estabas así que en tu ausencia decidí escribirte porque la verdad, ya no sabía qué hacer. Hablé con Vidal de esto también y bueno, él me entendió como solo Vidal puede.

Me pasaron muchas cosas este fin de semana.

Falleció la mamá de un conocido este fin de semana. La señora ya llevaba tiempo muy malita y pues, Dios la recogió.

Este amigo es amigo, muy amigo de Gabriel. Así que ir a su velorio o sepelio era seguro que iba a verlo ahí. (#DearLord)

Llegué a la misa el sábado a las 9:30 pm. Y si, lo vi, lo saludé, él estaba ahí. Nos saludamos rápidamente como si nada y él se quedó un par de segundos conmigo y luego se alejó para ayudar a llevar el féretro a la capilla.

Vi que sus papás lo acompañaban ya que este amigo común es muy amigo de él y de su familia.

Pasó la misa, que por cierto fue muy muy bonita. En esta el Padre habló no solo de la resurrección sino que prohibió la palabra muerte ya que decía que todos seguíamos vivos y que nuestro motivo y razón es llegar a Dios. Yo tengo fe pero no sé como manejar esas cosas en términos de mis creencias y lógica. Tú sabes cómo es eso.

Habló de como Dios es como un herrero que pone el metal al fuego y lo calienta, y ese metal debe ser golpeado pero debe ser golpeado en el momento justo ya que si se hace antes de que esté en el punto preciso se va a quebrar y sólo el herrero sabe cuándo es ese punto y es cuando no se distingue el metal de las brasas y estos se hace uno solo, pero solo el herrero puede seguir distinguiendo el metal de las brasas. Qué así es Dios moldeándonos.

Imagino que mi vulnerabilidad me puso más sentimental sin contar que estaba en un funeral y obvio, la presencia de la muerte pone las cosas en perspectiva. Me gustó mucho lo que dijo y cómo, esta señora y sus hijos son personas de mucha fe. Al finalizar dijo que esta era la Pascua de la mamá de mi amigo y como tal debía ser jubilosa así que en lugar de llorar al finalizar aplaudimos la celebración de la misma y su encuentro con Dios. Fue algo muy bonito para ser franca, no lo esperaba y me reconfortó mucho.

Al finalizar la misa vi a los papás de Gabriel y ambos me saludaron. La señora como siempre sonriente y de un semblante súper amigable; el señor no tanto, siempre es muy serio pero no sé si es mi sentimiento de culpa pero creo que cada vez que lo veo se ve más molesto conmigo. Su mirada es muy severa.

La señora súper feliz de verme. Me sentí incómoda pero de buena manera.

Entonces tras saludarlos e intercambiar unas cuantas palabras todos los amigos de él empezaron a acercarse y silenciosamente me sacaron del grupo. Fue como un círculo que se fu cerrando y yo quedé afuera. Lo entendí y me alejé.

Me recargué en la pared y estuve así escondida detrás de  un montón de desconocidos por unos 5 minutos y decidí esperar a saludar a mi amigo, el que perdió a su mamá, para despedirme de él y ya irme. Me acerqué con la señora a despedirme de ella y del señor y de los demás rápido y en eso su mamá me dijo "Ay, hija, ¿para dónde te me fuiste? Te estaba buscando para meterte al grupo". Me dio tanta pena que fuera tan obvio el rechazo que hasta ella se diera cuenta. Sentí una mezcla de dolor y vergüenza. De una forma u otra esa señora siempre logra hacerme sentir así sin querer, siempre a través de ella siento punzadas de dolor por sus acciones o palabras. No es intencional sino solo algo que pasa.

En una ocasión, hace unos 4 años mi mejor amiga, cuya familia es íntima amiga de la familia de mi ex, me dijo que su mamá y mi ex suegra estaban platicando y que ella estaba preguntando por mí y sobre cómo estaba yo, dónde, qué estaba haciendo y si estaba con alguien. Al final ella les dijo "Ay, yo realmente creía que ella iba a quedarse con nosotros". Mi amiga me lo contó así casual mientras comíamos y te juro que si me hubieran dado una puñalada en el estómago creo que me hubiera dolido menos.

Todo se me estrujó en el alma
Tuve que bromear y ver hacía otro lado para no echarme a llorar.

En esta ocasión me dijo esto de "incluirme en el círculo" y la verdad me dolió mucho

Sé que ella no lo hizo con mala intención, todo lo opuesto, pero, sentí que hasta las piernas me fallaron y el aire me faltó y tuve que sonreír diciendo "Gracias, es que estaba buscando a Eligio para despedirme de él"
Me despedí de ella y de los demás rápido y luego de mi amigo, Eligio, quien perdió a su mamá y me salí. En seguida de mí salieron todos ellos, Gabriel con su familia de la funeraria y los demás amigos unos con otros, abrazándose, acompañándose.

Eran las 10 de la noche y ahí estaba yo, parada sola  afuera de la funeraria y todos ellos alejándose unos en brazos de otros.

Sonará tonto y quizás pienso demasiado las cosas pero todos ellos iban juntos abrazándose unos a otros. Yo estaba parada ahí a las 10 de la noche sola. Y todos ellos caminaron juntos hacia un lado y yo hacia el otro

Sola…

Me dolió mucho caminar sola.

Siempre lo hago pero esta vez tuvo un significado diferente, no sé porque solo lo sé

Caminar sola por la noche así... me dolió mucho. Saber que nadie me esperaba al llegar a casa. Mis gatos pero bueno... No sé fue muy significativo, no sé porque. Nadie preocupándose por si llegaba bien a casa, nadie poniendo sus brazos sobre mis hombros. Definitivamente nadie feliz de verme… salvo mi ex suegra.

Este fin de semana he pensado muchas cosas. Muchas. Aun no sé cómo ponerlas en papel.  Este es un intento de eso.

Al día siguiente volví a ir a la misa y no iba a poder ir al cementerio. Ahí estaban Gabriel y su papá, no vi a su mamá por ningún lado. El señor me vio y no me saludó. Ok. No me ofende solo que como que corroboró que eso de la mirada no era solo mi imaginación. Después Gabriel me vio e hizo lo mismo. Se quedó viendo una pantalla donde proyectaban  la ruta a seguir rumbo al cementerio. Pero algo me dijo que sabía que lo veía y que en cierta forma vigilaba mis movimientos, no sé cómo, solo lo sé. Entonces, como no había nadie más conocido ahí decidí armarme de valor y acercarme a saludarlo. En el momento en que di un paso hacia él, él dio un brinco y antes de que pudiera dar el siguiente él se alejó, en el último instante volteó y me vio que iba hacia él y se volteó y siguió caminando y entró a un pasillo oscuro rumbo a los baños de hombres. Si hubiera una descripción gráfica de lo que es la sensación de despreció pondrían un gif de ese momento.

Me acerqué la pantalla y la vi como si tratara de ver la ruta a seguir para el funeral y mi mentecita enferma me dijo “Quizás no te vio, wey”,  “Seguro no era su intención”. Por un instante tuve el impulso de esperarlo ahí o de voltear a verlo para ver si estaba ahí o si se había ido más pero sentí los pies y los brazos de plomo… y el cuello y no voltee. Vi la pantalla sin ninguna expresión en mi cara y acto seguido me voltee en sentido opuesto y busqué a Eligio. Me despedí de él  y me disculpé por no acompañarlo a la siguiente etapa. Sin tomarme un segundo en mirar alrededor mío me dirigí a la salida y me fui. No vi atrás, no lo busqué con la mirada y fue más sencillo de lo que creí porque no lo pensé, solo lo hice.

Cuando estábamos en la misa la noche anterior las sillas estaban acomodadas en filas de 4. A mí me tocó sentarme unas tres filas detrás de Gabriel y su familia.  Aunque el lugar estaba lleno y había gente de pie, nadie fue a sentarse en el asiento al lado de él. La imagen mental de ellos tres y ese asiento vacío esperando por alguien se me quedó grabado; llevo 15 años creyendo que ese asiento es mío pero la realidad lo mío es estar parada a las 10 de la noche  en una calle oscura caminando sola a casa.

Lo mío es ver a los niños jugar en el patio de la escuela escondida detrás de un árbol o sentada detrás de los salones comiendo de mi lonchera sola y  llorando, con los sabores mezclados con lo salado mientras con un palo araño la tierra buscando hormigueros e insectos; lo mío es llegar a sentarme en la puerta de mi casa a abrazar a una gata callejera a la que quiero darle hogar porque esta tan sola como yo, es acariciarla y arrullarla como a mi gustaría que me acariciaran, con cariño y aceptación, es cantar con ella para no ahogarme en llanto .

Y ese lugar, el cuarto lugar no es mío.

En la segunda misa  había una pareja, ambos muy gorditos con una niña rubia preciosa que se quedó dormida y roncaba. Era muy muy tierna. Tengo la imagen de sus zapatillas rosadas con diamantina grabada en mi mente. Muchas veces me había preguntado porque muchas veces cuando las parejas se casan engordan. Ya ves, dicen que la gente se deja o se descuida, que ya toma por seguro  que pues ya no tiene que buscar y es cierto. Pero la realidad, en algunos casos, es más sencilla que eso: cuando amas a alguien y esa persona te ama no ves nada de eso, solo sientes el amor y eso es todo lo que importa, nada más.

La forma en que ella acariciaba a su nena mientras él la sostenía dormida y como ella  lo miraba a él y él a ella. Lo supe, lo supe en ese instante, una vez que ves a alguien con amor no ves nada más, por cursi que suene, eso es lo que te llena y no importa lo que diga ninguna báscula.

No formo parte de nada, Mónica. Recordé esa sensación de desarraigo que a veces dices que tienes. Bueno, yo tengo una confesión que hacer: la única vez en mi vida que me he sentido que pertenecía a algo fue cuando estaba en sus brazos. Nunca antes lo sentí, nunca después.

No formo parte de nada, Mónica.

No pertenezco a ningún lado. De ahí que mi apodo sea ese Rootlesstree, porque siempre he sentido que no formo parte de nada, nada me amarra verdaderamente y aquellas cosas que considero raíces en realidad son débiles. Toda mi infancia ha sido así, mi adolescencia, y ahora como adulta.

Hay un punto en la madrugada, en cada madrugada de mi vida en que esa certeza llega a mí y algo dentro de mí se muere. Cada madrugada…

Tengo mucho miedo de pasar otros 15 años de mi vida así. Otras madrugadas así, ya no puedo igual, ya no. No, no es solo la costumbre de decir, “si puedo” es la necesidad de no hacerlo.

Una conocida de mi mamá tuvo un accidente muy muy fuerte y perdió la memoria por un tiempo. Me pregunto cómo será olvidarse de él, vivir sin su sombra, sin sus recuerdos por un tiempo porque no hay día ni instante, no lo hay, siempre está conmigo. Es como el crimen que cometí y la sangre que no me puedo lavar de las manos.

Esa noche me di cuenta que en realidad llevo caminando sola 15 años. Este vacío tiene 15 años.


Hay días en los que realmente desearía que el corazón me estallara.

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