lunes, 31 de agosto de 2015



Estoy en ese momento en el que tienes miedo de querer algo que has deseado mucho porque sabes que es muy probable que no lo obtengas, que no llegue, que otra vez no suceda.  Y quieres creer que será porque algo mejor llegará pero la realidad es simple y la experiencia es apabullante: muy probablemente ésta vez tampoco sea la vez.

Y quieres no preocuparte ni angustiarte y confíar en que las cosas saldrán bien de una manera u otra y que, aún si no es ésta la vez ni esa la persona, todo será para bien pero sientes ansiedad y no puedes evitarlo y la soledad te pega, más cuando te das cuenta que si estas solo. 

Estoy cansada de anhelar. Quiero algo real. Pero nada es real, todo se esfuma. Sólo el día a día es real y ya no quiero que me pidan más, ya lo di todo y lo que me queda en las arcas mejor lo echo al olvido, los sueños que no se cumplen se vuelven veneno en el alma.

Y quisiera irme, escapar a un lugar donde nadie tenga bebés ni esté embarazada ni pariendo ni nada, donde no haya bodas ni gente de la mano. Los únicos bebés con los que me permito soñar son gatos.

Lo único que me permito de noche es pensarte un rato y después poco a poco te meto en el baúl donde guardo las cosas que nunca serán.







No hay comentarios:

Publicar un comentario