jueves, 15 de octubre de 2009

A OTRA COSA MARIPOSA 2: Acariciando posibilidades infinitas


Anoche tuve “un sueño muy vívido” y durante eso, una sensación extraña, parecida a una epifanía llegó a mí.

Empecé a fantasear que encontraba al amor de mi vida otra vez en diferentes circunstancias. En una fiesta y por alguna razón desconocida yo traía a una de mis sobrinas en brazos. La llamaba "mi bebé" y al parecer todos, incluido él, creyeron que era mía.

Recuerdo la expresión en su cara cuando me vio, la sorpresa y por un instante capté una pizca de desilusión. Mi fantasía fue más allá como muchas otras veces y en un instante pensé que una de mis amigas necesitaba mi ayuda y para poder dársela yo debía dejar a la bebé al cuidado de alguien por unos instantes. Se la dejaba a uno de sus amigos anunciando que dejaba a mi hija en brazos de "el más sabio de entre todos los gallardos y divinos caballeros ahí presentes".

De una forma u otra mi propia mente supuso que pasaría en mi ausencia y creó la imagen de ellos viendo a la bebé y formulándose preguntas acerca de mí.

Al regresar, tomaba a la niña y seguía en la fiesta. Ya cansada la bebé se dormía y yo la recostaba en una cama en una habitación a donde él entraba por una de esas razones desconocidas y que uno no encuentra como justificar; se sentaba en la cama conmigo y acariciaba con cuidado a la niña. En silencio compartíamos el momento, acariciando no solo a la niña, sino a la posibilidad de que ese cuadro fuera diferente en circunstancias y lugar. Acariciando lo que no habíamos acariciado desde la última vez que estuvimos juntos y hablamos por teléfono en esa horrible noche.

Acariciando posibilidades infinitas.

Finalmente el ruido de un estero que estaba en la habitación rompió el silencio y empezamos a hablar. Él me decía que no sabía que yo había tenido un bebé y que creía que sería una buena mamá. Que siempre lo supo, que siempre lo creyó así. Y yo, gozando del momento, no lo sacaba de su error. Tras un nuevo y placentero silencio le decía que la niña no era mía. Le explicaba la situación y él reía. Ambos lo hacíamos.

Recordó que yo deseaba que mi hija se llamara Dária y me dijo que cuando tuviera una que de verdad fuera mía le pusiera así y justo ahí le empezaba a explicar el porque no podría ni en un millón de años utilizar ese nombre, aun queriéndolo con toda mi alma.

"Verás, cuando tu te fuiste de mi vida y nos separamos la distancia arrastró muchas cosas y quedaron regadas en un lugar y tiempo que no existen ahora y que fueron posibles antes. Cuando Dária existía en mi imaginación ella era hija de Gabriel y Rocío y sus abuelos eran nuestros padres y sus tíos nuestros hermanos y amigos. No es posible que Dária exista sin esa vida, sin esa historia.

No puedo utilizar el nombre de nuestra hija para una hija de otro, así como tampoco podría utilizar el nombre de nuestro hijo, Gabriel, para ningún otro hijo. Sencillamente no sería correcto y aún más, en mi caso, sería una sentencia"
.

Sorprendido ante la respuesta aguardaba en silencio. En ese instante empezaba a sonar "With or without you" de U2 en esa versión que tanto me gusta del coro de Scala y yo le decía quedamente "te la dedico".

Él sentado ahora en un lado y yo acostada con la niña sobre mí escuchábamos la canción mientras sin querer yo extendía mi mano hasta la orilla de la cama y él sin querer la rozaba con delicadeza para después retirarla como si de fuego se tratase. Y yo, con mi impulsividad y premura habitual decía "si vamos a hablar de impulsos" y extendía la mano para tomar la suya entre las mías. Acostada en la cama acunaba su mano en las mías y la acariciaba con ojos húmedos mientras le decía quedito "jamás pensé que podría volver a tener tu mano entre las mías, jamás pensé que podría volver a hacer esto".

Dibujaba siluetas sobre su dorso y me atrevía a depositar besos trémulos en cada una de las puntas de sus dedos y a acariciar el vello en ellas. Finalmente la volteaba, y en la palma, como muchos años atrás empezaba a dibujar las letra de un te amo seguido de un corazón, justo como cuando nos comunicábamos frente a todos sin que nadie lo supiera. Deletreando con delicadeza cada letra para que el otro entendiera lo que queríamos decirnos a gritos.

Al terminar, cerraba su mano y le mandaba un beso para después depositarla con sumo amor y cuidado en su regazo.

En ese instante supe dos cosas en mi fantasía: si él se decidía a tomar ese "te amo" en sus manos existía la posibilidad de que no todo estuviera acabado o perdido en el tiempo, tal como nuestros inexistentes pero siempre amados y añorados hijos, y supe también que si él no lo tomaba, esa sería definitivamente la última vez que yo sabría de él porque de una forma u otra Dios estaba dejando esto en nuestras manos ahora y sacaba las suyas para dejar que nosotros fuéramos a donde deseáramos.

Frente a mi máquina de coser y fingiendo ver la televisión anoche imaginaba ese momento perfecto de duda en nuestras vidas. La última oportunidad de acariciarnos, de tomarnos, de ser lo que se suponía debíamos ser, de ser otra vez los dos juntos, para siempre o quizás solo hasta el próximo suspiro, pero suspiro a suspiro se hace el tiempo y siendo así cada aliento es el más valioso.

La voluntad me flaqueaba en ese instante y me retenía ahí, echa nudo en la cama, con él a mi cabeza en un instante que no quería que terminara nunca y que duraba exactamente lo que duró una canción.

Me levantaba de la cama besaba a la bebé y acariciaba por última vez el cabello de Gabriel al salir del cuarto.

Al transcurrir la fiesta y al paso de la noche las conversaciones triviales, los chistes y todas esas cosas estúpidas que la gente hace para combatir la soledad se daban lugar. Las risas sin sentido, el humo de cigarro, el alcohol, y las mentiras que decimos para no mostrar nuestro verdadero y patético yo y nuestra soledad infinita a un grupo de personas que están igual de solas que nosotros e igual de temerosas de mostrárnoslo.

Casi para acabar la velada, mi buen amigo Arturo, conocido por ser muy discreto (excepto cuando no lo es y siempre que es así hay una intención de por medio, no lo dudes jamás) platicaba con el nutrido grupo de amigos en el que él se encontraba. Ya mas cercano a él y con más confianza mi nombre salía a relucir entre comentarios y una vez solos, Arturo sencillamente le soltaba con la característica sutileza que aplica a casos como estos "No en serio, hombre ¿qué sentiste cuando la viste con un bebé?", a lo que él solo respondía, con una risa y un "no se, es chido, me alegré por ella" agitando las manos de esa forma que siempre lo hace, con las palmas hacia arriba.

Ahora la fantasía se vuelve aun más torcida, puesto que el caballero que cargó a la bebé se encuentra cerca y escucha la conversación así que cuando finalmente ellos se despiden, éste hombre misterioso, que de una forma que aún no entiendo empieza jugar el papel de su consciencia en todo esto, le pregunta una vez que están ellos dos solos en un carro "¿sabes que la próxima vez que la veas con un bebé es posible que si sea suyo?... ¿estas listo para eso? ¿realmente estas listo para dejar ir eso o realmente ya la dejaste ir? ¿realmente se acabó? Piénsalo".

Creo que es ahí donde mi fantasía se vuelve realmente retorcida y surge una extraña ¿epifanía /revelación/algo? en mi vida. En el instante en el que regreso a la casa de Arturo (que es donde se lleva a cabo la fiesta) algo en mí se vuelve más ligero, mi andar y mi ánima se aligeran en paso y peso.

Nuevamente en mi sala, contemplando el televisor con "gran interés" mi mente voló a otro sitio en el cual, de repente tengo un bebé en brazos y estoy en una cama con alguien observándome con amor. Y hay brazos que me rodean y un pecho unido a estos y un aroma… un cuello, cabeza, ojos, manos, un cuerpo y un aroma... diferente.

Eso fue lo más inquietante. En cada una de esas imágenes se siempre estaba él, solo él, sus manos, sus piernas, su pecho, su sonrisa, ojos y olor. Su aroma que lo inunda todo cada vez que deseo ser feliz.

Y este no era él. Este no era nadie en especial, solo alguien más, que tenía amor para mi. Y por alguna razón que no entiendo en ese instante, esa sensación de calidez hacia mi resulta mutua y siento como las palabras van formulándose dentro de mi, en mi pecho las ideas, "este no es Paris, este no es la segunda parte, este es una nueva primera parte de algo, este es un nuevo comienzo" y en mi mente aferraba mi mano a su brazo y pude sentirlo real. Pude sentir su brazo en mi mano y acariciar la posibilidad de que mi futuro no dependiera del amor que sintiera o no la persona que he amado durante todo mi pasado y mí aun en mi presente. La sensación fue tan fuerte que inclusive, físicamente mis manos se contrajeron ante la sensación y fue como si de una forma u otra a través de un tiempo y espacio que existe hubiera en algún sitio alguien más para mí.

El golpe (la palabra stroke viene a mi mente ahora) fue tan fuerte que la cabeza me dolió con una punzada intensa; la simple idea me trastornó en ese instante hasta provocarme nauseas y finalmente, cuando todo, incluyendo mi estómago, se asentó pensé en lo disparatado y maravilloso que sería que en algún sitio, algún hombre haya sentido una mano invisible acariciando su brazo en ese instante.

Se que eso suena a locos (nada nuevo en mi caso) pero esa idea de una forma está germinando en mi cabeza y en otras partes de mi ser.

Hace años vi una de esa películas cursis que tanto me gustan en la cual Noah siente que la única forma de hacer que Ally vuelva a su vida es terminando de reconstruir una vieja hacienda. Sabe en su corazón que llevando a cabo esa tarea de amor y fe ella volverá, no sabe como, ni cuando, pero sabe que sucederá. Se que esas películas solo nos dan ideas locas pero, en ese instante, esa sensación de determinación por parte de Noah fue la forma perfecta de explicar y poner en imágenes y palabras lo que yo siento por Gabriel; de una forma u otra, una madrugada mucho tiempo atrás supe, en un abrir y cerrar de ojos que la vida me iba a llevar de vuelta a Gabriel y esa idea, epifanía, revelación o simple locura de imbécil desesperada y sin salvación me ha llevado a diferentes caminos sin rumbo fijo, solo vagando y aún así, creo que jamás he sentido tanta fe en mi vida como en ese momento.

También leí una frase que decía "No esperes esperando, espera viviendo". El aceptar que mi vida ha sido a medias durante todos estos años no es algo que me enorgullezca.

Lo mas curioso de todo eso es que retomé mi fantasía tras ese instante y en una esquina de mi mente mi viejo celular se encendía con un mensaje que decía "Realmente creí que era tu bebé...", mientras que en la otra esquina de mi mente me veía a mi misma alejándome y entrando a casa de Arturo en la noche de al fiesta, con esa extraña tristeza que tiene alguien cuando sabe que es la última vez que presencia algo y con la cadencia que hay en el que camina y se aleja de nuestras vidas para siempre.

Esa noche, por primera vez en muchas, dormí tranquila.











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