lunes, 12 de octubre de 2009

Ulises...



En menos de 3 meses la vida me ha enseñado varias lecciones preciosas que aun no se como aplicar del todo a mi vida. O quizás lo se pero no tengo realmente “como llevarlas a la practica”.


Las cosas que quiero hacer o decir a alguien están selladas en mí. Las cosas que quisiera hacer con mi vida están subordinadas a las cosas que la vida me lanza. No se supone que yo sería así a esta edad, se supone que serpia diferente. Creo que las cosas no siempre salen como lo deseamos.


Ya no quiero escuchar canciones tristes, ya no quiero deprimirme y sin embargo las expectativas no mejoran en el horizonte, solo hay una línea y no es muy concreta. El cielo y el suelo se confunden uno con otro de la misma forma que no sabes si vives el cielo o el infierno hasta que sientes el calor que te quema… yo ya casi olvido como se siente lo el cielo… casi.


Supongo que lo mejor sería olvidar. Dejarme de estas patrañas y vivir mi vida, el problema es que vengo haciendo eso desde hace años y sigo viviendo a medias. Sigo deseando ser una ignorante.

La gente ignorante y los estúpidos son felices con facilidad. Deseo ser eso. Si lo demás no funciona, Señor, hace más ignorante y estúpida. Quizás así sea feliz finalmente.


Antenoche, en una cama de hotel, lejos de aquí, soñé que era Eréndira, y que corría de Ulises y la abuela a través de las playas y la sal.


Eréndira no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado y, ninguna voz de este mundo la podía detener. Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos de salitre, por los cráteres de talco, por el sopor de los palafitos, hasta que se acabaron las ciencias naturales del mar y empezó el desierto, pero todavía siguió corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella ni se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia.


Anoche soñé que tenía oportunidad de huir de todo esto.

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