jueves, 3 de diciembre de 2009

Las hormigas

Vengo a trabajar sin trabajar, a vivir sin vivir.


Anoche en una de esas pláticas que sostengo con quien no existe pero que quiero pensar que es Dios escuchándome y no solo yo hablando sola.


Dicen que una hormiga puede cargar más de 50 veces su propio peso.


Este año una hormiga cargó desde España una enfermedad. Llegó a casa y murió. Regresó La madre de ésta hormiga regresó una noche a casa con el peso de su hija reducida a cenizas en un caja.


Otra hormiga lleva en cima el peso de 55 años de soledades y frustraciones, viviendo para los demás, nunca para ella.

Otra hormiga, enferma se debate todos los días entre los dolores del cuerpo cotidianos y aquellas cosas que le provocan malestares más allá del cuerpo.


Una hormiga más tiene ilusiones de vuelo, de irse lejos, de encontrar el amor en Granada, y pasa sus días entre realidades y ficciones, entre cuentos y desamores.


Una hormiga más vuela todos los días, y aunque es feliz extraña a su compañero que en un lugar muy lejano, la echa de menos a su lado en el sofá y en la cama, en todos lados.


Una hormiga más esta molesta porque otra la hirió y decidió cerrarle la puerta de su vida para siempre, sin darle segundas oportunidades ni considerar nada. Piesna que si supiera un poco del dolor ajeno, entendería que el amor existe en la otra hormiga y que no puede deshacerse, que le pertenece y que no sabe que hacer con éste. Que de uan froma u otra está dejando que el pasado interfiera y se resguarda por las heridas viejas, sin considerar sus propias palabras, sin entender que el amor duele pero que si el dolor es todo lo que abrazamos del amor, entonces estamos perdidos.


Otra hormiga muy vieja anda cansada cada día rezando por todas aquellas hormigas a las que ama y que al parecer andan vagando por el mundo sin mucho sentido de que o como hacer las cosas. También se siente sola porque no hay nadie que la escuche.


Una hormiga perdonó a otra que una vez, hace muchos años la lastimó. A veces le envía mensajes de texto y con eso le da esperanzas de un futuro mejor a aquella que una vez fue perdonada.


Otra hormiga espera la vida y la vive feliz, pero sola. Los amigos llenan los espacios. Los conciertos, los fines de semana, la rutina, la familia. Y aún así algo falta.


Una hormiga más abraza sus supersticiones que van amarradas a su fe. Trae dos pulseras en la mano izquierda, una que le recuerda que puede ser perdonada y otra que le recuerda que aún no lo ha sido. Va todos los días a su trabajo y camina como si tuviera una verdadera dirección aunque hace ya muchos años perdió el rumbo. Desea ahogarse en alcohol cada noche y tomar 40 pastillas para dormir. También desea que esa sensación de náusea que llega cada vez que piensa en la hormiga que ama y que no la perdona se vaya. Quiere a la hormiga a su lado, abrazarla y besarla y dormir con ella.


Anda por el mundo con un mp3 con canciones tristes pensando en como hubiera sido su vida con la otra hormiga. Deseando estar con esa hormiga una vez más, dormir con ella, olerla, abrazarla y decirle cuanto la necesita. Las ganas que tiene de cumplir todos esos planes que tenían juntos y decirle que solo el amor puede romper cualquier barrera, inclusive la del dolor y el rencor. Quiere dormir tranquila y no tener esas pesadillas. Quiere gritar que desea que Dios la aplaste ahora mismo si esto es todo lo que hay. Quiere desaparecer, justo como esa hormiga que fue aplastada en la librería el otro día.


Esta hormiga piensa que quizás la muerte de la otra fue tan rápida que no sintió nada, pero en el fondo sabe que en algún brevísimo instante entre la sombra de la muerte y el desaparecer, la pequeña hormiga debió sentir que algo andaba mal. Sus pequeñas patas debieron temblar por lo menos un instante antes de doblegarse y quedar reducidas a un amasijo de cuerpo. Debió sentir dolor, aunque fuese uno breve pero lo sintió, y quizás, si su mente fue ágil, en el último instante preguntar “¿por qué a mi?”, o suspiró pensando en como no abrazaría mas a las hormigas que le esperaban en casa, o no podría ser perdonada por aquellas hormigas que la odian, o no podría decir “te amo” una vez más a la persona a la que ama, que no volvería a dormir en brazos de su madre o a abrazar a sus hijos. Debió suspirar algo en el último instante.


La hormiga viva piensa en la hormiga muerta, aplastada sobre un libro de Saramago y hay instantes que desea ser ella.


Ahora que ve las fotos de tantas personas felices, batallando con su vida pero felices se pregunta por qué a ella no le pasa eso. Se pregunta porque se tenía que escapar de sus manos una vez más. Llora como imbécil de vez en cuando y se convierte en sombra en otros. Duda, pregunta si la otra hormiga, la que la odia, en realidad no la amará y pensará en como sería decir “hola”, o si es cierto que ya todo se acabó y ella aún permanece en el teatro creyendo que algo va a suceder y las cortinas se volverán a abrir. Duda, pregunta si la otra hormiga la echará de menos por las noches. Piensa en el invierno que viene y en como deseaba pasarlo acurrucada a su lado, con las provisiones que para ambos había guardado. Piensa que quizás si la otra hormiga no fuera tan orgullosa o estuviera tan herida las cosas serían diferentes.


Piensa en que la felicidad está al alcance de la mano y que está se cierra para no ser alcanzada. Piensa en la hormiga aplastada ye n como desea intercambiar lugares con ella.

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