miércoles, 17 de mayo de 2017

Cuenta la historia quexen ese camino, tras andar un par de días, había un prado en el cual había dos árboles, uno a cada lado del camino. Bajo uno de ellos, podías encontrar siempre a la izquierda a una pequeña llorando y pidiendo ayuda. Su llanto era capaz de desgarrar cualquier corazón y los viajeros, acostumbrados a la soledad del camino, se sorprendian y conmovian por esa pequeña hermosa. Al otro lado del camino, bajo el árbol de enfrente, estaba una mujer, en igualdad de circunstancias, llorando, no como la niña, que desgarraba a ratos sino con un llanto de pena guardada, de esos que solo las personas que llevan mucho tiempo llorando por dentro conocen.
Sin excepción alguna la historia se repetía una y otra vez; los viajeros consolaban a la niña y la colmaban de besos y juguetes y a veces la echaban en sus carretas para llevarla a la ciudad mas cercana donde le encontrarían o darían hogar. Ellos volteaban a ver a la mujer y se disculpaban con ella argumentando que sólo había lugar para alguien pequeño y que ella, siendo una mujer adulta, podía cuidarse sola y entender porque con sus pocas provisiones de viajero solio había pan y agua para una de las dos.
La mujer solo asentía en silencio y se sentaba bajo el árbol a contemplar los dulces, el pan, el agua y las manzanas que la niña recibía y los ocasionales jugetes que le regalaban a la hermosa niña.
Lo que ningún viajero sabía era que una malvada bruja había hechizado a la mujer y que en realidad, ella era una niña vestida con ropas mágicas de adulto que la hacían ver como.una mujer. Y así esta niña moría de hambre cada día y de afectos no dados, y veía a la hechicera disfrazada de niña frente a ella jugar con los juguetes, y enterrar las manzanas y dulces que le daban lejos de ella.
Una y otra vez los viajeros la miraban con pena, se compadecían, pero otorgaban sus favores a la niña mientras su alma menguaba.

El Libro de Hoy - La bruja y la niña vieja


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