El día de hoy pensaba en ti (como siempre desde hace más de once años) y al viajar en el taxi de repente, sin música de fondo el taxista empezó a tararear una melodía que decía algo como "dile que la extraño, que la amo, que no la puedo olvidar..." y no pude evitar creer que, de alguna manera mágica, tú estabas tratando de mandarme un mensaje a través del cosmos.
Y mi corazón se acongojó como siempre, y mi pecho subió y bajó en un suspiro y una lágrima se me quedó colgada, atorada y mis comisuras, siempre haciendo una recta horizontal se tornaron una curva invertida, cayeron un poco más, haciéndome sentir más vieja de lo que en realidad soy, más vieja que todo, más como el alma que se me pude en este mundo.
Soy como la paloma y los pajarillos que encuentro en el parque tirados, como el gato atropellado con ese rictus de muerte en la cara que encontré al lado de la farmacia o como el que encontré la madrugada de de año nuevo muerto a golpes en una bolsa.
Ya estoy podrida.
...ya estoy podrida...
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