lunes, 27 de enero de 2014

La Caja Negra

En la aviación las cajas negras se usan para poder saber qué pasó si un avión tiene un accidente. Son las que registran el trayecto del avión y la conversación de la cabina. De esta manera, los demás pueden saber qué fue lo que pasó y porqué. ¿De qué sirve saber por qué? Para no cometer los mismos errores, para saber de quién o de qué fue culpa. Para no especular, para, de alguna manera, lograr paz mental y emocional. Para dejar ir.
Cuando entramos a una relación hay algo que registra nuestra trayectoria en la relación, que registra las conversaciones, los momentos, los recuerdos, las peleas, las sonrisas. Nuestra caja negra es la memoria, una memoria pragmática y una memoria emocional. Las personas que están involucradas en la relación, cada individuo que la conforma, tiene su propia caja negra. Cada uno tendrá sus recuerdos porque cada quién vive todo distinto.
En el momento en el que se acaba una relación es hora de sacar nuestras cajas negras. Cada quién tendrá que hacerlo por su lado. ¿Para qué? Paz mental. Si no sabes qué pasó, no vas a poder dejarl@ ir. Si no entiendes por qué sucedió el accidente, lo más seguro es que se repita. El problema es que queremos compartir nuestras cajas negras con la otra persona que también estuvo en el accidente, compararlas, juzgarlas. No sirve de nada. Cada quién tiene que entender su propia trayectoria sin depender de otra. Nadie puede cambiar la caja negra de la otra persona. Si chocó un avión no te sirve de nada checar la caja negra de un tren.

Los problemas, los sentimientos, los actos, las memorias, son propias. Si la vas a disecar, si la vas a juzgar, si la quieres entender, tienen que ser sólo las tuya. Entenderte a ti en esa relación no preguntarte "¿Por qué lo hizo?" "¿Por qué actuó así?" Porque son preguntas que tú nunca podrás responder y eso es lo más cercano que se puede llegar a la locura.

No hay nada que dé más paz mental que poder responderte a ti mism@. No hay nada que explique más un accidente que tu propia caja negra. Y todos, todos tenemos una. El problema es saber abrirla.
Un aplauso
Lo más difícil de existir es relacionarse. Los seres humanos somos animales muy complejos. No sólo tenemos que pensar en nuestra supervivencia física (como lo hacen los demás animales) sino que tenemos que pensar en nuestra supervivencia emocional, la más difícil de todas las supervivencias.
Cuando se trata de alimentar el cuerpo nuestro instinto hace la mitad del trabajo. Cuando se trata de alimentar al corazón nuestro instinto se ve nublado por nuestro intelecto, nuestro pasado, nuestro presente, nuestra añoranza del futuro, nuestros temores, nuestro…todo. Entonces, relacionarnos se vuelve un poco complicado. No importa si son relaciones laborales, de amistad, de amor; la complicación existe, en diferente medida, pero existe.

Clavémonos en las relaciones amorosas. Cada vez que conoces a alguien, una parte del tiempo no sabes qué haces, la otra parte no sabes ni qué dices y el resto no sabes ni qué pasó. Vamos aprendiendo en el camino. Vamos agarrando pedazos de experiencias y armando cualquier tipo de rompecabezas que podamos. A veces las piezas no embonan pero las metemos a la fuerza. El rompecabezas tiene muchas figuras y colores que no hacen sentido y otras que sí. Pero así vamos formando lo que somos. Tu rompecabezas se trata de unir con el de otra persona, muchas veces logrando una figura coherente, otras pareciendo una pintura surrealista de 6 millones de piezas que parecen imposibles de embonar; pero siguen tratando.
Al final todos buscamos felicidad, la base de la supervivencia emocional. Y en esa búsqueda, nos enamoramos, nos confundimos, nos caemos, nos levantamos…sobrevivimos.

Por eso, un aplauso, una ovación de pie a tod@s l@s que hemos sabido sobrevivir emocionalmente. Un aplauso a las personas que han pasado días llorando por alguien mientras comían pizza fría y tomaban tequila. Un aplauso a las personas que se colgaron de un mariachi mientas cantaban la canción que más dolía. Un aplauso a las personas que a amanecieron crud@s durante un mes. Un aplauso a todas esas personas que a pesar de todo están leyendo esto y siguen adelante. Una ovación de pie para l@s que a pesar del madrazo, se volvieron a aventar. A l@s que el escepticismo no l@s dominó y siguen creyendo que la siguiente será diferente. Un aplauso a los seres humanos y sus corazones, que a pesar de todo y con todo en contra, seguimos sobreviviendo. 

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